Descubra la ciencia replantearse la obesidad animación
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Obesidad. ¿En qué le hace pensar esa palabra? ¿Exceso de peso? ¿Elegir alimentos poco saludables? ¿Actividad física limitada? ¿Carga sanitaria? Tal vez, pero son sólo una parte de la historia. La obesidad es un grave problema para la salud mundial y hoy afecta a más de 600 millones de personas.
Pero la obesidad tiene una base científica compleja y a menudo mal entendida. En términos sencillos, la obesidad se desarrolla cuando consumimos más calorías de las que gastamos. Con el tiempo, el exceso de energía se almacena en forma de grasa en el tejido adiposo, lo que provoca un aumento de peso.
Perder ese peso y mantenerlo significa algo más que comer menos y moverse más. En nuestro equilibrio energético influyen muchos factores, como la fisiología, la genética, el entorno, la situación socioeconómica y la psicología. Y luego está el sistema homeostático del cuerpo, que controla el apetito, la ingesta de energía y el gasto energético.
En él intervienen varias zonas del cerebro, entre ellas el hipotálamo, que procesa señales hormonales y neuronales procedentes de otras estructuras cerebrales, el tracto gastrointestinal y el tejido adiposo. La pérdida de peso altera este sistema, haciendo que el cuerpo aumente el hambre y disminuya la tasa metabólica. El estómago también libera más cantidad de la hormona grelina, que sirve para aumentar la sensación de hambre y las ganas de comer.
Al mismo tiempo, el tracto gastrointestinal, el páncreas y el tejido adiposo liberan menos señales de saciedad, por lo que el cerebro no reconoce la sensación de plenitud. Estos cambios hormonales explican en parte por qué las personas que pierden peso a menudo lo recuperan, a pesar de sus esfuerzos. Comprender estos factores es fundamental para controlar la obesidad, sobre todo si se tienen en cuenta sus complicaciones, como la diabetes de tipo 2, las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión, la dislipidemia, la artrosis, la apnea del sueño y ciertos tipos de cáncer.
Del mismo modo, la obesidad y el sobrepeso pueden afectar negativamente a la calidad de vida relacionada con la salud y reducir la esperanza de vida. Pero la buena noticia es que, con los cuidados adecuados, se puede conseguir una pérdida de peso sostenida y una reducción de 5-10% puede suponer una diferencia significativa en la salud general de una persona. Las personas con obesidad están motivadas.
Realmente quieren perder peso. Y quieren mantener esa pérdida para mejorar su salud general. Pero los pacientes no pueden hacerlo solos.
Necesitan ayuda. La obesidad es una enfermedad crónica que requiere un tratamiento a largo plazo. Y todo empieza con otro tipo de conversación.