Federico Luis Moya
Vicepresidente de la OEPC
Idiomas hablados: Español
País: España

Descríbase en 3 palabras:
Comprometida, trabajadora y luchadora.
Háblenos un poco de usted:
Persona que vive con obesidad desde 1998 y Paciente Experto. Diplomada en Gestión de Asociaciones de Pacientes por la Universidad de Alicante en 2020. Directora Ejecutiva de Abhispalis Nacional desde diciembre de 2020. Miembro de OPEN-ESPAÑA (Obesity Policy Engagement Network) desde octubre de 2021. Asesor de pacientes en la SEEDO (Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad) desde febrero de 2022.
¿Dónde vives?
En la ciudad de Santander, perteneciente a la región de Cantabria. Está situada en el norte de España.
¿Cuáles son algunos de sus intereses?
Interesado en la investigación exhaustiva sobre la obesidad y lo que sufren las personas que viven con obesidad, para formar parte de la solución junto con las sociedades científicas.
¿Cuál es su experiencia personal con la obesidad?
Mi relación con la obesidad como enfermedad crónica empezó cuando dejé la natación de competición y no modifiqué mi ingesta calórica. Aunque no pasaba tiempo en la piscina, seguía comiendo como si todavía fuera una nadadora de competición. Los números de la báscula subían muy rápido. En 2008, después de varios años de lucha contra el cáncer, perdí a mi madre, durante ese tiempo, desarrollé ansiedad. La comida se convirtió en mi refugio, ya que nunca te juzga y siempre está disponible para hacerte sentir mejor. ¿Te imaginas que cada noche pudiera comerme 18 donuts y 2 litros de Coca-Cola? Eso se convirtió en mi rutina sin siquiera pensarlo. Encontraba refugio en la comida para todo el dolor que sufría. Comiendo era como conseguía conciliar el sueño, y era como encontraba una forma de calmar mi ansiedad y no pensar en el dolor de la pérdida. Después de varios meses de este comportamiento repetido, me despertaba a las 6 de la mañana para prepararme para ir a trabajar y no podía ponerme los zapatos; tenía que pedirle ayuda a mi padre. En el trabajo, también tenía problemas debido a mi estado, por la apnea del sueño y por no descansar por la noche. De vez en cuando tenía que echarme la siesta escondida en el baño. Además, debido a mi enfermedad, mi IMC era de 54, lo que me impedía realizar algunas tareas, como subir una escalera o entrar por algunas puertas del lugar de trabajo. Después de cinco años sin apoyo médico, oí una alarma en la cabeza. En ese mismo momento, decidí ponerme en manos de un especialista, después de varios años y más de mil dietas y sin reducir mi peso. En 2014 me sometí a una gastroscopia tubular con la que conseguí perder peso (100Kg en 365 días). Después de varios años de padecer reflujo gástrico, tuve que volver a operarme en 2019 para someterme a un Bypass Gástrico. Hoy todo está perfecto, pero con cuidado, porque una persona que tiene la obesidad controlada es un paciente de obesidad para toda la vida. La cirugía bariátrica es una gran herramienta, pero es mucho más efectiva si se apoya en el estilo de vida.